Después de escuchar una
exposición realizada por el profesor, Doctor en
historia del derecho, el Señor Gonzalo Rojas Sánchez, me sentí muy motivado por
sus palabras pero más aún porque siento que todo lo expuesto por él me
identifica, ya sea para bien o para mal.
Digo para bien o para mal, pues expuso
muchas verdades que si bien como persona estoy consciente de ellas, como
docente no me atrevo a reconocer expresamente, muchas veces por temor a ser
catalogado por mis alumnos como un mal docente o simplemente porque “ese
comportamiento” se ha vuelto la norma.
Cuando el Sr. Gonzalo Rojas mencionó
la bondad y la honradez profesional, me sentí conmovido por sus palabras, que
en realidad son palabras de Gabriela Mistral según lo señalado por el expositor
y las cuales he podido encontrar y disfrutar, los llamados “Pensamientos
Pedagógicos”.
Yo profeso la fe cristiana y como tal,
trato en lo posible de vivir en concordancia con las enseñanzas de mi religión.
Si en el último censo efectuado en el
país (año 2002), un poco más del 85% de la población mayor de 15 años se
consideró o católico o evangélico, entonces puedo afirmar que es importante el
punto de vista cristiano en cualquier ámbito de la vida de las personas y,
entre ellos, la educación, siendo ésta una de las etapas más importantes en la
formación de una persona, no solo como técnico o profesional, es decir, los
conocimientos específicos de un oficio o profesión, sino, también en la
formación de valores y principios.
En base a lo anteriormente expuesto es
que este ensayo trata de lo que debemos considerar correcto en nuestro
comportamiento como docentes bajo el prisma cristiano.
En busca de lo
correcto, algo de historia.
Desde la antigüedad y hasta nuestros días, se ha tratado el tema de
determinar qué es lo correcto, dónde está el bien. En el siglo V antes de
Cristo Sócrates fue uno de los primeros en plantear que el bien y la virtud
proporcionan la auténtica felicidad y en consecuencia, nadie querría obrar mal
intencionadamente, pues nadie querrá ser infeliz o desgraciado. Plantea también
que el recto conocimiento de las cosas lleva al hombre a vivir moralmente. El
conocimiento conlleva la virtud; quien sabe lo que es bueno, también lo lleva a
cabo. De ahí que el conocimiento sea la única condición que convierte al hombre
en un ser normalmente bueno. La maldad es producto de la ignorancia.
Por su lado Platón formuló las
cuatro virtudes morales fundamentales, conocidas también como virtud cardinal:
prudencia, fortaleza, templanza y justicia. La prudencia es una virtud propia
del intelecto y de la razón, tiene como misión descubrir la verdad y el bien,
y, de acuerdo con ellos, dirigir el alma hacia la consecución de su fin propio.
Por su parte, la fortaleza estriba en ser capaces, por una parte, de mantener
en un prudente equilibrio nuestras aspiraciones y por otra, de soportar o
reprimir de modo correcto las agresiones o ataques de nuestro prójimo. La
templanza es la encargada de moderar las inclinaciones de nuestros apetitos
sensibles, como el comer, el beber, la actividad sexual, etc. El buen orden y
la buena armonía entre las virtudes de la prudencia, fortaleza y templanza
podrán conducir al surgimiento de la justicia.
Por otra parte, Epicuro presenta un eudemonismo (doctrina filosófica
que considera la felicidad como el bien supremo) hedonista, considera que el
placer es el medio que permite alcanzar la felicidad, ultimo bien del hombre.
Epicuro funda su doctrina moral en el placer, considera que el placer es un
bien innato e inherente a la naturaleza humana. Los hombres están destinados a
buscar el placer. “El placer es la ausencia del dolor”.
Aristóteles estudió la ética
siguiendo sus propios principios y en ello atendió las exigencias de la
naturaleza, en concreto, a los de la naturaleza humana y de acuerdo con ésta
constató que todos los seres humanos tienden por naturaleza a la felicidad.
Según Aristóteles, la felicidad de los seres humanos guarda una íntima
relación con las actividades propias de los seres humanos, las cuales dependen
de sus facultades propias y esenciales. De entre muchas facultades, las propias
y exclusivas del ser humano son el entendimiento y la voluntad y, en
consecuencia, la auténtica felicidad de los seres humanos habrá de consistir en
el ejercicio correcto de dichas facultades.
Y acá nos acercamos al tema de este ensayo, ¿en qué consiste el
ejercicio correcto? Según este filósofo clásico, primeramente en averiguar qué
es el bien, lo que implica un esfuerzo intelectual, y, en segundo lugar, en
tratar de alcanzarlo; o, expresado de otra manera, en averiguar qué debemos
hacer y en hacerlo correctamente, es decir, comportarnos adecuadamente. En
otras palabras, cumpliendo nuestro deber alcanzamos la felicidad, la cual
consiste en conseguir el fin más alto que al ser humano le es posible.
Según este filósofo clásico,
este fin es la contemplación. Aristóteles plantea que la facultad más alta de
los seres humanos es el intelecto, y su actividad propia la contemplación
(entender), de ahí que concluya afirmando que la felicidad ha de consistir en
(entender) contemplar.
Aristóteles plantea también que los hábitos desempeñan una función
fundamental en el comportamiento moral. Entendemos por hábito una disposición a
obrar de una manera determinada que se adquiere mediante la repetición de
actos; por ejemplo, si reiteradamente estudiamos adquirimos el hábito de
estudiar y si reiteradamente fumamos, el de fumar. Cuando los hábitos son
buenos o positivos se denominan virtudes, cuando son malos o negativos, vicios.
Los vicios nos alejan de nuestro deber y de nuestra felicidad; las virtudes en
cambio, nos ayudan a conseguirlos. En este sentido, “la virtud es un hábito
selectivo que consiste en un término medio relativo a nosotros, determinado por
la razón como lo determinaría una persona prudente”.
La virtud, por una parte, en tanto implica una elección (o una
determinación) supone una dimensión intelectual: es la razón la que debe elegir
de un modo “prudente”; pero, por otra, es necesario, además, poseer la fuerza
de voluntad suficiente para superar la pereza y las inclinaciones negativas, es
decir, es preciso estar habituado (poseer el hábito) de comportarse del modo
debido. Así, tenemos que desde el punto de vista moral, una conducta correcta
conlleva tanto un esfuerzo intelectual como un esfuerzo de voluntad, pues si la
virtud es un término medio, resultará difícil acertar y muy fácil equivocarse,
ya que existirán muchas formas de ser malo (vicioso) y sólo una de ser bueno
(virtuoso); pero, además, resulta también, que en el vicio caemos fácilmente,
en cambio en la virtud nunca caemos, sino que a ella sólo llegamos mediante un
constante esfuerzo.
Mucho después, en el siglo XVIII, Rousseau expuso, entre otras cosas,
sus “Ideas Pedagógicas” en las que plantea ideas como que una adecuada
educación deberá apartar al discípulo, en la medida de lo posible, de las
negativas influencias de la sociedad.
Posteriormente, y con una idea distinta, aparece en escena Emmanuel
Kant, uno de los filósofos más importantes de todos los tiempos. La ética de
Kant posee postulados metafísicos, cuyos
elementos se presentan bajo el nombre de idea. La idea es lo absoluto, el ideal
directriz y regulador de la conducta humana. La ética según Kant, tiene un
propósito orientador.
Las ideas no se obtienen de la
experiencia, son los principios orientadores del saber y de la vida del hombre.
Kant da cabida, dentro de su ética a tres conceptos metafísicos: alma,
finalidad del mundo, y Dios. El hombre
debe obrar como si el alma fuese inmortal, como si Dios existiese y como si
hubiera finalidad y libertad en el mundo. Estas tres ideas son los postulados
metafísicos de la ética Kantiana
La ética de Kant es de un
individualismo radical, pues no presupone exigencias transpersonales sino que
busca el deber de perfección propia. "Nunca puede ser un deber para mi
cumplir la perfección de los otros". Kant sustituye la moral del bien y de
la felicidad por una moral del puro deber y de la conciencia individual
Como se puede ver, cada uno de estos filósofos clásicos, a su manera,
con sus propios estilos e ideas, tratan de entender y explicar, qué es un buen
comportamiento y cómo se puede llegar a él. Qué es comportarse en forma
correcta.
Ética
En nuestros días se habla, comenta y discute sobre ética, es un tema de
actualidad. En negocios, política, medicina, policía, Fuerzas Armadas,
ecología, congreso, publicidad, familia y en todos los campos del quehacer
humano. Se habla de sueldo ético, de ética profesional, ética empresarial,
ética en los negocios. Si es ético que los profesores hagan un paro reclamando
por un sueldo justo pero dejando a sus alumnos sin recibir educación, si es
ético repartir la píldora del día después, etc. Quizás la respuesta a esta
inquietud es que la ética se presenta en la vida entera, por que juzga la
conducta humana.
La ética estudia la moralidad de los actos humanos, o sea, los actos
libres del ser humano, en cuanto son buenos o malos. La ética se puede
aprender, pero no es para aprenderla; es para vivirla, es una forma de vivir.
Los
conflictos éticos son compañeros de la existencia humana desde el nacimiento
hasta la muerte: aborto, eutanasia, abuso en las relaciones familiares,
sociales y laborales y exigen un conocimiento ético para actuar con rectitud.
Necesitamos de la ética para evitar el doble estándar que aplican y aplicamos,
por ejemplo, tranquilizamos nuestra conciencia con facilidad si algo nos
favorece económica, social o políticamente, por el contrario, invocamos
rápidamente principios éticos si algo nos perjudica.
Hablar de ética es hablar de la
forma de vivir. Ética equivale al modo del comportamiento humano en cuanto a la
calidad de dicho comportamiento. Un comportamiento es ético si es bueno, y
antiético si es malo. Otra cosa es preguntarse cuándo algo es bueno y cuándo no
lo es, pues hay distintos criterios para conducirse en este campo: lo que para
unos es bueno, es posible que no lo sea para otros. Por eso la ética ha de
basarse en unos principios mínimos, fundamentales y objetivos en los que todos
estemos de acuerdo. Son principios asociados a grandes valores objetivos, y que
lo son para toda la humanidad.
Hoy se habla mucho de ética, pero lo importante es que la vida de todas
las personas funcione éticamente todos los días y en todo lo que ellas hacen.
Es decir, que en el actuar de cada uno predominen los criterios del bien y de
la justicia, y sean esos criterios y valores los que prevalezcan. Comportarse
bien en momentos importantes de la vida, igual que aparecer solidario ante
algunos sucesos catastróficos divulgados insistentemente en los medios
informativos, es probablemente más fácil que comportarse así en lo normal y
ordinario de cada momento. No es difícil ser generosos y solidarios ante
acontecimientos extraordinarios e impactantes de la vida, pero no es tan fácil
permanecer fiel, justo, delicado, bondadoso y solidario durante todos los días
de nuestra vida, entre la gente que nos es más próxima, cuando no suceden
acontecimientos extraordinarios.
Se trata de esa ética de todos los días, una ética que tiene que ver
con la vida común y corriente, pero que es la que nos lleva y prepara a vivir
la vida de una manera llena de sentido. Es una ética que marca todo un estilo
de vida, un modo de ser que se hace habitual en la persona que la practica, y
gracias a la cual, dicha persona actuará siempre de una manera justa y recta
que le es como connatural. Cuando la persona que vive un estilo de vida así, se
separa de su línea directriz porque actúa de una manera no acorde con esos
principios y valores que son fundamentales para ella, se siente mal consigo
misma. Ese sentimiento de malestar equivale a lo que llamamos la voz de la
conciencia, que es como la internalización de la ética.(Ysern, 2001)
Está claro, entonces, que el hombre
siempre ha estado tratando de hacer bien las cosas, tanto así, que se crean
conceptos como la ética, para poder entender el comportamiento humano y la
forma correcta de actuar.
El prisma cristiano
Al tratar de identificar cual es la
forma correcta de hacer las cosas, se me vienen a la mente las palabras moral,
ética, honradez, responsabilidad, integridad, entre otras.
Si nos damos cuenta, desde Sócrates
a la actualidad, la idea central siempre ha sido la misma en el sentido de
entender qué es lo correcto y cómo se logra la verdadera felicidad en esta
vida.
Como lo di a conocer en la
introducción, profeso la fe cristiana y por lo mismo, trato de vivir mi vida en
base a las enseñanzas establecidas en la Palabra de Dios, la Biblia.
Pues bien, al leer la Biblia, en cualquiera de sus versiones, se
encuentran respuestas a las dudas planteadas por los filósofos y también muchas
concordancias. Por otra parte, también hay similitud cuando se revisa cómo se debería
actuar y sentir la docencia.
En su charla, el profesor Rojas
expone: “…lo primero que tenemos que conseguir para prestigiar toda la tarea
docente es la integridad de nuestra vida...”
En el Libro de Josué, en el capítulo
24, se relata la despedida de este líder judío y en el versículo 14, Josué le
dice al pueblo: “Ahora, pues,
temed a Jehová, y servidle con integridad
y en verdad…” Es decir, es deseo de Dios que quienes creemos en Él, vivamos una
vida en integridad.
En
el libro de Primera de reyes, en el capítulo 9, se relata el pacto que hace
Dios con Salomón, hijo del rey David y en parte, Dios dice, en el versículo 4: ”Y si tú anduvieres delante de mí como anduvo David tu padre, en integridad de corazón y en equidad, haciendo todas las cosas que yo
te he mandado, y guardando mis estatutos y mis decretos”. Nuevamente se aprecia
el interés de Dios porque nuestra vida sea una vida de integridad.
Para más abundancia, en el Salmo 15,
David (autor del Salmo), se hace la siguiente pregunta: ¿Quién habitará en tu
tabernáculo y quién morará en tu Monte Santo? Y se responde: “El
que anda en integridad y hace justicia, Y habla verdad en su corazón.
El que no calumnia con su lengua, Ni hace mal a su prójimo, Ni admite reproche
alguno contra su vecino”.
Por
último, en el Libro de Tito, en el capítulo 2, la Biblia es mucho más clara ya
que se refiere específicamente a la enseñanza y en los versículos 6 al 8 dice
lo siguiente: “Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes; presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras;
en la enseñanza mostrando integridad,
seriedad, palabra sana e
irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga
nada malo que decir de vosotros”
¡Qué
instrucción más clara!
Al repasar los dichos del profesor
Rojas, me encuentro con hermosas coincidencias, como por ejemplo, que uno como
docente, dice el profesor, debe cuidar su proceder pues los alumnos están
pendientes de nuestro comportamiento el resto del día, fuera del aula. Y la
Biblia, en la cita anterior, nos llama a presentarnos en todo como ejemplo de
buenas obras y para que nadie tenga nada malo que decir de nosotros.
Al repasar los consejos pedagógicos
de Gabriela Mistral, el profesor recuerda que uno de ellos habla de la bondad y
la honradez profesional. Pues bien, en La Biblia, también se habla de ello. Por
honradez o rectitud, que en este sentido se pueden entender como sinónimos, la
Biblia dice lo siguiente, por ejemplo, en el Libro de Los Salmos, capítulo 11,
versículo 7: “Porque Jehová es justo y ama la justicia; el hombre recto mirará
tu rostro”. En definitiva, lo que hace Dios es considerar a quien hace lo recto
en su vida.
Respecto a la honradez, lo cual está
muy relacionado con la integridad. Se debe también, como planteaba Aristóteles,
hacer el esfuerzo, para mantenerse en el lugar que le corresponde a un profesor
que está formando personas y no solo profesionales o técnicos. El tema de la
corrupción se ha puesto muy de moda y la transparencia, lo mismo, por lo tanto,
se debe tratar de ser honrado, manteniendo siempre la integridad, en todo
tiempo y lugar.
Cuando el profesor Rojas nos llama a
ser ejemplos de honradez profesional, veo que La Biblia dice lo mismo en la
cita ya mencionada del Libro de Tito: “…ejemplo de buenas obras”
Por bondad, en el Libro de Romanos,
capítulo 15, versículo 14, dice lo siguiente: “Pero estoy seguro de vosotros,
hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad, llenos de todo
conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los unos a los otros”. Es decir, si somos
bondadosos, podemos amonestar a nuestros alumnos, hacer llamados de atención
sin problemas, sin temor, pues en definitiva se hace con amor.
Gabriela Mistral, en sus
Pensamientos Pedagógicos, menciona: “Más puede
enseñar un analfabeto que un ser sin honradez, sin equidad”.
De lo anterior se
desprende que una buena enseñanza debe ser con equidad, lo cual habla de
justicia, de imparcialidad.
La biblia toca el
tema de la equidad y la justicia muchas veces, tanto la justicia de Dios como
la de los hombres. Sin embargo, Dios nos llama a vivir la vida con equidad,
siendo justos en todo nuestro proceder.
En su exposición,
el profesor Rojas menciona que el trabajo que hacemos deberíamos hacerlo con
amor, que la docencia y el tema en el cual enseñamos debería ser algo que nos
apasione, que amemos la materia que nos gusta enseñar. Pues bien, no solo
comparto plenamente esa opinión, si no que ya lo he comentado varias veces
también.
En el Libro de la
Primera Carta de Los Corintios, capítulo 10, versículo 31, Dios nos llama a
hacer todo como para Dios, lo cual implica hacerlo con amor, con dedicación,
responsablemente.
“hacedlo todo para la gloria de Dios”
Como cristiano, no puedo dejar La
Biblia y su enseñanza fuera de una actividad tan importante como la docencia,
menos aun si al hablar de docencia también hablamos de formación de valores y
de cómo somos vistos por nuestros alumnos, como un ejemplo o un modelo a
seguir.
Vimos que desde la antigüedad el
hombre ha tratado de seguir algún patrón y ha tratado de hacer las cosas de la
manera correcta para su tranquilidad y para encontrar la felicidad, sin embargo
esa corrección muchas veces depende de la persona que la plantea y de sus
propias experiencias y conocimientos.
Vimos también que la ética puede
ser, a veces, interpretada de distintas maneras, dependiendo de la situación,
la que incluso a veces manejamos para nuestra conveniencia. Por lo que tampoco
es, a mi juicio, la mejor guía para saber qué es lo bueno y lo malo de forma absoluta.
Un
solo ejemplo. Es común en los alumnos vespertinos de la sede, llegar atrasados
por que trabajan y no pueden llegar a la hora a clases, sin embargo hay otros
alumnos que se aprovechan de la situación y también llegan después de la hora.
¿Cómo actuar en ese caso? ¿Se les deja pasar a todos a la hora que sea, se les
castiga a todos o se debe analizar caso a caso perdiendo tiempo e
interrumpiendo la clase?
Pero si tomamos La Biblia como guía,
considerando que más del 85% de la población se confiesa cristiano y que por lo
tanto no sería impedimento el hacerlo, ese parámetro por el cual nos regiríamos
y que según se ha podido ver, tiene instrucciones, explicación y aplicación
para cada punto de los tratados por el profesor Rojas, sería mucho más fácil
llegar a acuerdos respecto a qué hacer y qué no hacer.
El profesor Rojas menciona como
ejemplo el plagio y una tolerancia cero respecto a ciertas actitudes de los
alumnos. Estoy muy de acuerdo con ello, pero cada docente tiene su escala de
valores y cada docente fija sus propios márgenes.
De nuevo, si se utilizara La Biblia
como guía, todos tendríamos los mismos parámetros de medición y no se daría la
situación actual en que muchas veces los profesores más estrictos son
catalogados de malos profesores por los alumnos, los que siempre van a comparar
a ese docente estricto con el que es más relajado, que favorece y hasta
comparte el apego a la ley del menor esfuerzo, etc.
Tal vez, sea tildado de conservador,
de retrógrado o anticuado, pero al hacer las comparaciones entre lo expuesto
por el profesor Rojas, lo dicho por Gabriela Mistral en sus Pensamientos
Pedagógicos y La Biblia, queda demostrado que esta última, a pesar de haber
sido escrita hace miles de años, por diferentes autores, en diferentes idiomas
y distintos lugares, sigue tan vigente hoy como cuando fue escrita.
Bibliografía
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Kisnerman, Natalio, (2001). Ética, ¿Un discurso o una
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- Ysern, Jose
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http://definicion.de/etica/
(última visita, 05 de noviembre de 2009)
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http://www.ine.cl/canales/usuarios/cedoc_online/censos/pdf/censo_2002_volumen_I.pdf
(página 253)
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Gabriela Mistral. Revista de Educación, Año II, Nº 1. Santiago,
marzo de 1923. En: Magisterio y niño. Ed. de Roque Esteban Scarpa. Santiago de
Chile: Editorial Andrés bello, 1979
(http://www.piie.cl/portal/index.php?option=com_content&task=view&id=279&Itemid=229)
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